Una pandemia silenciosa

El azote de la pandemia del COVID-19 está siendo cruel, a la tragedia de la pérdida de vidas humanas, se le suma las devastadoras consecuencias económicas y un clima de incertidumbre generalizado. Como beneficio de esta anómala situación, nos encontramos con un aire más limpio en las grandes urbes azotadas por las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático, y una significativa reducción de fallecidos y lesionados por siniestros viales, mal llamados “accidentes de tráfico”, una pandemia silenciosa a la que la ONU atribuye al año 1.350.000 muertes en el mundo (el 90% en países de ingresos bajos y medianos) y 50 millones de traumatismos que someten a una gran presión a los sistemas nacionales de salud.
No obstante, todos esos beneficios se estiman efímeros, porque más tarde que nunca el planeta volverá a la normalidad, y aunque esa normalidad diste mucho de aquella que conocíamos hasta ahora, no cabe duda, que aumentarán de nuevo las emisiones de gases y continuará la sangría silenciosa de vidas en la carretera.
En poco tiempo la realidad nos ha mostrado lo frágiles que somos, el valor de la salud y la importancia de la educación, de la cultura del autocuidado y de la solidaridad colectiva para luchar contra la pandemia del Covid-19, algo que desde AIPSEV hacemos extensible a la lucha contra la pandemia silenciosa de los siniestros viales.
En este contexto, el Programa Internacional para la Movilidad Segura y Sostenible #EducarSalvaVidas, pone enfasis en el fortaleciendo de la confianza en la responsabilidad social del individuo mediante su educación a edades tempranas y en todo su ciclo vital, con el objetivo de prevenir los siniestros viales, reducir daños, evitar sufrimientos y mejorar el mundo, porque mientras haya una sola muerte en las carreteras siempre serán demasiadas.